Fundación Electra

«Regular la inteligencia artificial para evitar la deshumanización y proteger a las
personas que trabajan» La opinión de W. Sanguineti y A. B. Muños Ruíz
Del Blog de Wilfredo Sanguineti Raymond:

“En la última etapa se ha extendido la conciencia de que nos encontramos en los albores de una
profunda transformación de nuestro modo de vida, marcada por la irrupción de los sistemas de
inteligencia artificial y su aplicación a todo tipo de actividades económicas y de relaciones sociales.
Incluyendo, por supuesto, las que se tejen en el mundo del trabajo.
Por lo que se refiere a estas últimas, los sistemas de inteligencia artificial no solo están permitiendo
automatizar puestos, tareas y funciones, sino los tradicionales procesos empresariales de decisión, que
dejan así de estar basados en una lógica causal propia del razonamiento de las personas, para operar a partir de una lógica correlacional articulada en torno al análisis de datos y el establecimiento de vínculos entre estos.

El riesgo de este desplazamiento no es otro que una progresiva deshumanización de la gestión de las
relaciones laborales, con la consiguiente cosificación de los trabajadores, que terminan así por verse
despojados de su individualidad y convertidos en una pura agregación de los datos asociados a su
desempeño, sin ninguna consideración de sus habilidades, experiencias, sensibilidad, emociones o
circunstancias personales, toda vez que los algoritmos que soportan los sistemas de inteligencia artificial carecen de la capacidad de ponderar estas variables, que sigue siendo patrimonio exclusivo de las personas.

Además de que estos sistemas son capaces también de dar lugar a un incremento exponencial de la
vigilancia y el control de las personas que trabajan y de ejercer estas funciones de manera comparativa,
elevando la presión sobre ellas y reduciendo su capacidad de negociación frente al titular de la empresa, como se ha denunciado igualmente.
En estas condiciones, resulta de urgente necesidad una intervención normativa, que sirva para preservar los usos virtuosos que indudablemente tiene de la inteligencia artificial, pero sea capaz a la vez de imponer cautelas y garantías frente a los riesgos apuntados.

Y así lo ha entendido la Unión Europea, que ha concluido recientemente el proceso dirigido a regular el
uso de la inteligencia artificial con la aprobación el pasado 13 de mazo del Reglamento de Inteligencia
Artificial. Una norma que, aunque por razones evidentes no está dirigida solo al espacio de las relaciones de trabajo, tiene en este uno de sus referentes más importantes.
El monográfico número 19 de Trabajo y Derecho, titulado «El impacto laboral de la inteligencia artificial.

Herramientas para evitar la deshumanización y proteger a las personas que trabajan», que he tenido la
satisfacción de dirigir con mi querida colega y amiga la profesora Ana Belén Muñoz Ruíz, muy
reconocida experta en la materia, parte de esta doble realidad, marcada por los desafíos impuestos por
la inteligencia artificial a los sistemas de relaciones laborales y la aprobación de la primera norma dentro del panorama internacional dirigida a su regulación, para interrogarse sobre las claves fundamentales de un tratamiento de esta herramienta que sea capaz de preservar la seguridad, la salud y los derechos fundamentales, por supuesto individuales y colectivos, de los trabajadores.
De hecho, constituye la primera obra colectiva que se ocupa del análisis del Reglamento de Inteligencia
Artificial desde la perspectiva del Derecho del Trabajo.

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